jueves, 3 de noviembre de 2016

Reseña: Persona


Reseña: Persona

Director: Ingmar Bergman
Género: Drama
Duración: 85 min.
Año: 1966

    El cinematógrafo se enciende. Del flash y las luces aparece una animación de una mujer lavándose en el río, seguido de imágenes de la muerte de un borrego con la mirada pérdida. De la fulgurante sangre, un martillo entierra los clavos a Cristo.  Imágenes que producen desconcierto, pero que adquieren un sentido, al ver como un niño lentamente se acerca a la imagen del rostro de una bella mujer. Es el cine de Ingmar Bergman, un cine que va más allá del aspecto visual. Un cine que busca de manera fantástica la introspección del ser.

    El cineasta originario de Suecia, nos lleva en su cinta Persona a un recorrido sin igual en el que vemos como una bella actriz llamada Elizabeth Vogler (Liv Ullmann) es hospitalizada después de olvidar sus diálogos en mera puesta en escena. Será la joven Alma (Bibi Andersson), una bella enfermera, quien se encargará de cuidar de la actriz. Será durante este periodo en el que se producirá un fuerte lazo entre ellas, uno en el que la intimidad va más allá del deseo sexual. Uno en el que la identidad del ser se pone en tela de juicio.

    Las actuaciones cumplen cabalmente y el discurso de Bergman siempre es claro. El cineasta, también director de las cintas El Séptimo Sello (1956) y Fresas Salvajes (1957), por mencionar algunas, nos lleva en un conjunto donde la edición, los constantes close-up y la poética existencialista del guión nos hacen interrogar no solo la identidad de los personajes, si no que imprimen en la fibra sensible de quien la ve, emociones que nos evidencian nuestra lucha en los rincones solitarios de la vida. La aceptación, asumir nuestros fatídicos errores, confrontar en el espejo nuestra desnudez emocional.

Es su aspecto onírico de la cinta, en sustancia, surreal, el que provoca desconcierto. Y esto solo eleva el discurso de la cinta. Tal parece que Bergman plasma sus inquietudes para hacerlas parte del colectivo que se atreva a mirarlas, en su búsqueda no solo de una respuesta, si no buscar quien se identifique con ellas. Sus cintas no se parecen a ninguna otra, así como los seres humanos, en teoría, no debiésemos ser nadie más.


Calificación: 10/10