domingo, 31 de diciembre de 2017

Reseña: Lady Bird

Imagen propiedad de Scott Rudin Productions.

Reseña: Lady Bird

Dirección: Greta Gerwig
Género: Comedia/Drama
Año: 2017
País: Estados Unidos
Duración: 93 minutos


Por Cristhian Ponce


     Si hay una etapa que muchos recuerdan con nostalgia y vergüenza en la misma cantidad, esa es sin duda la adolescencia. Ese lapso en donde comenzábamos a definir quiénes somos, y en donde a veces solíamos creer tomar las riendas de un adulto, aunque aún pedaleábamos y caíamos como niños. Es en la última etapa de ese periodo en el que se desarrolla la trama de Lady Bird, cinta que nos revela las implicaciones de las relaciones afectivas en el nuevo siglo de la mano de los últimos días de esa complicada etapa. La opera prima de Greta Gerwig emerge como una rabieta llena de carisma y culposidad.

     La trama nos relata el último año de preparatoria de Christine McPherson (una estupenda Saiorse Ronan), misma que exige ser llamada Lady Bird en lugar de su nombre de pila. Una joven que aspira vivir fuera de Sacramento, California y vivir en lujosas casas, al igual que fantasea con la idea de poder partir al otro lado del país para estudiar la universidad.

     Desde los primeros minutos de la cinta podemos ver que Gerwig establece de manera delineada a sus personajes sin hacer juicio de valores sobre los mismos, mostrándolos como seres humanos llenos de virtudes y defectos. Desde el establecimiento de los nombres de los personajes o los lugares, vemos como las cosas van adquiriendo un significado (el que la trama se desarrolle en Sacramento no es una decisión deliberada, por ejemplo). Esto no aletarga o sobrecarga de elementos la película. La verosimilitud y completa cohesión de dichos elementos no se perciben como maniqueo o pretensiones.
Es de esa manera que la cinta va desarrollando un discurso de lo más elocuente para una generación que parece distanciarse de los demás, siendo egoístas de manera inconsciente. Cada toma y su paleta de colores rosa y marrón, así como ese curioso cuidado en la sucesión de cada plano donde vemos como las aconteceres se tornan irónicos o absurdos, revelando de manera paulatina la contrariedad en la que la sociedad y las personas conviven unas con otras. Esto lo logra gracias a un cuidado guión lleno de honestidad y soltura que muestra situaciones que se antojan anecdóticas debido a su constante y natural evasión al  cliché. Una construcción de circunstancias desenfadadas y llenas de la energía adolescente lo suficiente risibles para hacer reír a cualquiera.

La complicación las relaciones a través de sus diferentes dimensiones afectivas. El establecimiento de todo esto nos revela una preocupación por mantener la alteridad, armar una mascarada a través de la mentira para poder ser aceptados por los demás.

     Greta Gerwig nos entrega una carta honesta acerca de las abundantes cosas que se esconden tras las mascaradas, así como las demostraciones afectivas más allá de las palabras y sus vínculos a veces invisibles. Sin duda una decisión acertada fue ubicar a su personaje principal en esta etapa de la vida, ya que todo esto parece justificable para alguien de dicha edad, pero resulta cuestionable en cualquier otra, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Acaso eso no somos adolescentes cada vez que también sucumbimos ante las trampas del status-quo?, ¿No son lo mismo esos conceptos de éxito relacionados con el bienestar económico y material?, ¿Porqué mentimos? En ocasiones, en nuestro absurdo deseo por sentirnos el centro del universo,  tenemos que hacer un recorrido y tropezar en el, tan solo para darnos cuenta que las personas que más nos dan son aquellos que nos ven como realmente somos, del valor de la honestidad. Todo se trata de poner un poco de atención.


Calificación: 8.5/10




domingo, 24 de diciembre de 2017

TOP 15: Películas 2017

TOP 15: Películas 2017

Por Cristhian Ponce

     Como ya es tradición, a continuciación se presenta una lista con las que a consideración personal son las mejores películas de 2017. Antes de comenzar a leer es importante tomar en consideración los siguientes puntos:
-   Se consideraron solo películas estrenadas en México durante el periodo de Diciembre 2016 a Noviembre 2017.
-   Cabe la posibilidad de que muchas películas de suma calidad no se incluyan en el listado, la razón más obvia es que no las he visto (soy un ser humano, espero lo entiendan).


15.- Un Camino a Casa (Lion), de Garth Davis
     En apariencia es tan solo un remedo de Slumdog Millionare del director Danny Boyle (incluyendo a Dev Patel, el actor principal). Pero es ese acercamiento personal a la búsqueda de respuestas acerca de la infancia lo que el director Garth Davis logra con acierto. Discusión aparte el tema de la desaparición infantil, problemática misma que no conoce fronteras.




14.- Planeta de los Simios: La Guerra (Planet of the Apes: War) de Matt Reeves.


     Estupendo cierre de una trilogía que logra ser mucho más redonda que la saga original. No obstante, esta tercera parte brilla por mérito propio al poner sobre la mesa temas como el racismo, especismo, y equilibrio ambiental en una épica que parece nacer de un amorío prohibido entre Los 10 Mandamientos de Cecil B. De Mille y  Rambo  de Sylvester Stallone.










13.- Coco de Lee Unkrich
     El cuidado a la representación de México por parte de Pixar nos da alegría y nostalgia por igual. Sin embargo, bajo esa bella capa se esconde una historia que ya hemos visto en contadas ocasiones. Eso no disminuye el mérito de la cinta, misma que traslada de muy buena manera los hechos al contexto de una celebración por demás incomprendida fuera del país. No por nada la cinta se ha colado ya entre las favoritas del público mexicano.





12.- Voraz (Raw), de Julia Docournau
     Una película que explora de manera bastante peculiar el despertar sexual de una adolescente vegetariana que debido a diversos sucesos termina en el canibalismo. La exploración temática a través del horror esta a la orden del día, y esta cinta nos recuerda por qué lo escabroso puede ser tan eficaz para entender concepciones que no deberían serlo en absoluto.





11.- Batallas Íntimas de Lucía Gajá
     Un documental que explora de manera respetuosa e inteligente la violencia domestica vívida por diversas mujeres alrededor del mundo. La fuerza de la película emerge cuando observamos como lo representado en pantalla bien podría ser la situación de alguien a nuestro alrededor. El poder de la segunda imagen, esa que recreamos en nuestra conciencia.





10.- Estación Zombie (Tren a Busan), de Yeon Sang-Ho
     Justo en el año en que tenemos que despedir al gran George A. Romero nos topamos con una propuesta inteligente a un subgénero que parecía ya en si un muerto viviente. Lo interesante de esta cinta radica en la representación social de los sobrevivientes que viajan en el dichoso tren a Busán, así como en ese melancólico ritmo coreano para representar el horror y la tristeza que un hecho de esta naturaleza representaría. La sociedad no puede sobrevivir si no colabora contiguamente.




9.- Baby Driver (Baby: El Aprendiz del Crimen), de Edgar Wright
El famoso director inglés Edgar Wright (Shaun of the Dead, Hott Fuzz) hace su arribo a terreno hollywoodense  con un blockbuster veraniego lleno de adrenalina y diversión. Su acertada fusión musical con su frenética edición bien podría poner orgulloso a Fantasía de Walt Disney y a Rapido y Furioso por igual. Amén a su cuidado soundtrack, que bien podría ser el protagonista principal de esta cinta.



8.- Dunkirk de Christopher Nolan
     Un director amado y odiado por igual. Más allá de las pretensiones y aciertos en su carrera, hay algo que no podemos negar: probablemente no hay mejor espectáculo sonoro en 2017 como lo fue Dunkirk. La representación bélica de Nolan probablemente no sea tan profunda como Saving Private Ryan de Steven Spielberg o Thin Red Line de Terrance Malick. Mucho hay que cuestionarle a su engañosa temática (que muchos consideran pro-Brexit). Sin embargo, el ejercicio técnico esta tan bien logrado que aún nos pone a vibrar de solo recordarlo.




7.- Tu Nombre (Kimi No Na wa), de Makoto Shinkai
     La animación japonesa sigue en activo más allá de Studio Ghibli. En Tu Nombre, pasamos de una teen-love movie a un viaje en el tiempo que nos recuerda, al buen estilo japonés, los estragos de la catástrofe.



 




6.- T2: Trainspotting 2, de Danny Boyle
     Esta cinta fue una total decepción para aquellos que esperaban ver revividas las viejas glorias eufóricas de su antecesora. A pesar de ello, veinte años después, la evolución de sus personajes no podría parecer más verosímil y natural que la representada en esta secuela. Mucho más nostálgica, melancólica y pesimista. Seguramente un hit que muchos atraparan hasta llegada la edad y decepciones que los protagonistas tienen que enfrentar en pantalla.
 





5.- Blade Runner 2049, de Dennis Villeneuve
     Al igual que su predecesora, esta película se vio enfrentada a las expectativas no cumplidas por un público que esperaba todo, menos lo ofrecido en pantalla. No obstante, más allá de sus logros técnicos (la excelente fotografía de Roger Deakins, por ejemplo) la extensión de su discurso temático con relación a lo acontecido actualmente, nos arrojan nuevas e interesantes preguntas sobre lo que significa ser humano. El nacimiento de un nuevo clásico de culto que seguramente será discutido años después.




4.- Manchester by the Sea, de Kenneth Lonergan
     La pérdida y la culpa. Esta película es un recordatorio de lo difícil que suele ser abordar un pasado doloroso. Un guión cuidado en su discurso y trama que nos ayudan a entender a sus personajes que tienen que lidiar de manera solitaria dichos aconteceres. Probablemente, película más dolorosa del año.






3.- La La Land, de Demien Chazelle
     Un musical dirigido a una nueva generación, una que odiaba casi de manera general el musical estilo Broadway. Chazelle dota a su nueva cinta de un aire fresco lleno de coreografías que están lejos de ser perfectas, pero que brillan por sentirse parte de un mundo no tan lejano al nuestro. Magia y realidad para la generación Disney y que homenajea a grandes clásicos del género.





2.- Moonlight, de Barry Jenkins
     Probablemente la más aplaudida e infravalorada del año. Aunque parezca contradicción, a pesar de haber sido galardonada en diversas premiaciones, parece que la cinta no pudo conectar con gran parte del público. Los logros de Moonlight no se pueden resumir solo a unos cuantos párrafos, ya que gran parte de sus aciertos se deben a su excelente edición, fotografía y guión, los cuales dejan cabos sueltos de manera intencional para ir creando un entramaje que devela mucho, al evitar en la misma cantidad. Una dignificación de temas tabú altamente caricaturizados por la gran industria, y que a su vez, quedan en segundo plano al develar la búsqueda de pertenencia e identidad que sin importar raza, religión o preferencia sexual, nos concierne a todos como seres humanos.






1.- ¡Huye! (Get Out), de Jordan Peele.
     La ópera prima de Jordan Peele sin duda es la gran sorpresa del año. El director juguetea con la comedia y con el horror como un niño que juega con fuego y que parece que saldrá herido, y que a pesar de ello sale bien librado en todas las oportunidades presentadas. Un ejercicio que parece fácil de lograr, pero que directores como Peter Jackson no han podido siquiera terminar de lograr. Todo esto sería un logro por sí solo de no ser por su arriesgada y acertada denuncia a micro racismos vividos ya no tan solo en Estados Unidos, sino también por la sociedad moderna en la actualidad. Algo difícil de explicar pero que Peele representa de manera estupenda en pantalla. Un aire fresco para el cine norteamericano que parece no arriesgar demasiado actualmente.


 

sábado, 7 de octubre de 2017

Reseña: Blade Runner 2049

Imagen propiedad de Sony Pictures. Todos los derechos reservados.


Reseña: Blade Runner 2049
Director: Dennis Villeneuve
Año:2017
Género: Ciencia Ficción
Duración: 163 min.
Clasificación: B

Por Cristhian Ponce

     ¿Qué significa ser humano? La pregunta por excelencia dentro de la filosofía. Siglos de pensamiento y reflexión dedicados a la búsqueda de una respuesta que se torna cada vez más compleja. Sin embargo, la ciencia y sus alcances nos han llevado a pensar que la conclusión a la interrogante se encuentra solo en el nivel biológico. ¿Será que nuestra humanidad se define solo por eso?

     Blade Runner (Scott, 1982) marco un hito importante en el cine de ciencia ficción al mostrarnos a una sociedad en decadencia que se ve frente a la amenaza de los llamados replicantes, androides que son sumamente similares a los humanos y que se revelan para buscar expandir su limitado tiempo de vida. Para buscar y detectar a dichos replicantes están los blade runners, agentes que a través de diferentes preguntas determinaran la humanidad de sus acusados.

     Han pasado 30 años desde los incidentes de la primera cinta, y las cosas han cambiado, aunque no beneficiosamente. Ahora la comida escasea y los transgénicos son el pan de cada día, la contaminación llega a niveles estratosféricos, los replicantes viven en el exhilio y los sobrevivientes a su especie son pocos. No obstante, aún se trabaja en la búsqueda y retiro de los modelos de androides que se niegan a cumplir su labor de servicio, para lo que siguen existiendo los blade runner. En este caso, el oficial en el cual girara la historia del filme será K (Ryan Gosling), mismo que se verá en la difícil misión de descubrir que sucede en un misterioso caso de una replicante asesinada.
     Desde iniciados los primeros minutos, Blade Runner 2049 nos tiene tomados del asiento. El maravilloso trabajo fotográfico de Roger Deakins nos engancha con ese juego de luces y sombras que nos remontan al cine noir de los 40, y que además, hacen ver la lúgubre decadencia del futuro como una bella reclamación poética de su emergente naturaleza.

     De manera sumamente inteligente, la información de la trama se nos va dando a puntas de gotero, lo que nos permite ir generando una serie de cuestionamientos que enriquecen a aquellas preguntas que en 1982 nos llevó a plantear su predecesora. En esta ocasión resulta sumamente relevante que los cuestionamientos no solo giren al nacimiento biológico, sino que nos podamos cuestionar acerca de las implicaciones sexuales que nos dan identidad humana. ¿Somos lo que nos han dicho que somos o nosotros definimos nuestra identidad?, ¿Las relaciones afectivas solo son marcadas por las interacciones físicas? La manera en la que la cinta nos encamina a estos cuestionamientos es sumamente brillante. En una era donde el tema de la identidad de género y la  alienación están en constante debate, resulta sumamente relevante que se planteen formas ingeniosas de tratar tales temáticas.

     Blade Runner 2049 nos exhibe como una humanidad que ha perdido todo sentido de responsabilidad social hacía los menos afortunados. El discurso de la cinta alcanza su nivel álgido cuando nosotros mismos nos cuestionamos acerca de nuestras acciones ¿Será acaso nuestro libre albedrío lo que nos define? o peor aún, ¿Realmente gozamos de ese libre albedrío?

     Todos los elementos manejados en la cinta (la excelente banda sonora de Hans Zimmer y los púlidos efectos visuales, por ejemplo)  se conjugan de manera espectacular para que el foco de atención gire en torno ese andamiaje filosófico con el que está escrito su guión. Villeneuve y su equipo han tenido claro que su cinta es una obra que si bien toma prestado el universo y elementos establecidos anteriormente, esta nueva película es una obra que debe brillar con luz propia. Y ese mismo punto es una de sus mas grandes fortalezas: No pretende en ningún momento hacer lo que Ridley Scott hiciera en el 82.

     Si hay algo que podamos señalar a esta segunda parte es que deja inconclusas sus subtramas, mismas que se antojan interesantes dado sus niveles políticos (rebelión de parte de los replicantes, entre otras cosas), en la que se ve una clara intención de crear secuelas posteriores.

     Es muy pronto para saber si Blade Runner 2049 se convertirá en un clásico de culto. Pero lo que si podemos decir es que quizá sea una de las mejores secuelas en décadas. Un recordatorio de que necesitamos más cintas humanas, y menos replicantes.


Calificación: 9/10


sábado, 12 de agosto de 2017

Reseña: Baby: El Aprendíz del Crimen (Baby Driver)

Imagen propiedad de Working Title Films. Todos los derechos reservados.

Reseña: Baby: El Aprendíz del Crimen (Baby Driver)

Año: 2017
Director: Edgar Wright
Género: Acción
Duración: 193 min.
Clasificación: B (12 años en adelante).

Por Cristhian Ponce

     La adrenalina es percibida gracias a los latidos del corazón. Como una melodía que va marcando su ritmo bajo la percusión constante del tambor, de igual manera, la acción en el cine se va marcando gracias a diversos aspectos primordiales como lo son el montaje y la música. Un coche a toda velocidad con música a todo volumen es algo recurrente en el cine de acción norteamericano, al menos hasta verlo al estilo Edgar Wright.

     En Baby Driver, el director de origen británico nos sumerge en la vida de Baby (Ansel Elgort), un joven conductor que acompaña a una pandilla de delincuentes en sus diferentes asaltos. La particularidad de Baby radica en su extraordinaria habilidad al volante, además de que en ningún momento deja de escuchar música a través de su iPod.

Si algo a distinguido a Wright desde su opera prima, Shaun of the Dead (2004), ha sido su sello propio, haciendo alarde de su particularidad estilo del humor (ironizando y ridiculizando aspectos peculiares de la sociedad y la vida diaria), así como del constante uso del close-up para ir marcando el ritmo de la cinta. En esta, su película más hollywoodense hasta hoy, nos demuestra que tiene un control absoluto sobre aspectos técnicos que lleva puliendo por más de una década. El sobresaliente ensamble de música y montaje hacen que la cinta se torne trepidante, atractiva y entretenida, y como si se tratara de una pista de carreras, el director sabe cuándo pisar el acelerador y cuando el freno.

La selección musical nos muestra canciones de artistas como Beck, T.Rex, Commodore o Queen, misma que va hilada durante la cinta y que se detiene en muy pocos momentos, como si de una playlist de Spotify se tratara. La música aquí no solo va dictando el estado anímico de la escena, si no que va marcando el ritmo narrativo y el tono del filme, esto mismo es lo que la dota de esa frescura tan anhelada en una época de estrenos veraniegos.

Si algo podemos señalarle a la película es su planicie temática. La cinta es sin duda un collage técnico digno de admirarse, sin embargo, la trama evita en todo momento ahondar en las motivaciones de sus personajes, mismos que conocemos a través de sus, en ocasiones, breves apariciones en pantalla. El elenco (compuesto por estrellas como Kevin Spacey, Jammie Foxx y hasta Eiza González) logra dotar de matices visuales a sus interpretaciones, mas su trabajo se mantiene en la raya de lo aceptable. A pesar del buen trabajo en los apartados anteriormente mencionados, la cinta solo se limita a contarnos una historia que no dice demasiado y que ya se nos ha contado innumerables veces. Situación que va en retroceso comparándola con las anteriores realizaciones del director, las cuales trataban de salirse de un molde establecido, o con filmes como Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), que aun teniendo elementos similares logra tener una profundidad temática por demás sobresaliente.

Baby Driver es un gran ejemplo de lo que una cinta de entretenimiento puede lograr cuando los elementos con los que se cuenta son bien utilizados. No obstante, quizá solo sea recordada por su buen manejo estilístico. Mientras tanto, solo nos queda acelerar a toda velocidad mientras comemos palomitas y refresco, y disfrutarlo mientras dure.


Califiación: 7.5/10


domingo, 6 de agosto de 2017

Reseña: Tu Nombre (Kimi No Nawa)

Imagen propiedad de Funimation Films. Todos los derechos reservados.

Reseña: Tu Nombre (Kimi No Nawa)

Año: 2016 (estrenada en México en 2017)
Género: Anime/Romance
Director: Makoto Shinkai
País: Japón
Clasificación: A (Apta para todo público)

Por Cristhian Ponce

     El tiempo se entreteje de diferentes maneras. Como si de un bordado se tratara, su costura puede ser un lazo en apariencia sencillo, pero que en su confección suele ser difícil de comprender. Bajo ese entendimiento, es que podemos discernir las distancias espacio – temporales como parte de las experiencias humanas más vividas del mundo moderno. Las relaciones afectivas, aquellas que nos hacen fantasear con el romanticismo, así como las expectativas de conocer a ese alguien especial, son algunas vivencias anheladas por distintas sociedades en el mundo. ¿Qué pasaría si pudieses tener una conexión con alguien conociendo su vida desde su mismo ser?

     En Tu Nombre del director Makoto Shinkai, vemos como una joven de un pequeño pueblo japonés despierta teniendo recuerdos vagos de un sueño en donde era un joven apuesto de Tokyo. No pasara mucho tiempo para que descubra que eventualmente, ese misterioso chico y ella intercambian de cuerpo durante las noches, lo que les obligara a conocerse a través del estilo de vida de cada uno. La premisa de la película comienza de una manera en apariencia sencilla, pero no hay que dejarnos engañar por esa primera impresión. El desenvolvimiento de la trama, que en un principio gira en torno al romance de los protagonistas, se va volviendo aún más complejo, para revelarnos la importancia de conocer el contexto y vivencias de otros seres humanos que quizá estén en un tiempo y lugares diferentes al nuestro.

     La cinta usa a su favor elementos muy propios del anime dirigido a un público juvenil, usando comedia propia del género (amigos que suelen mofarse del protagonista, por citar ejemplos), así como un uso de la música j-pop en distintos montajes que nos irán revelando la sucesión de la trama. Visualmente la cinta nos muestra unos paisajes sumamente bellos, mismos que nos hacen comprender la calma de los suburbios campiranos de Japón, así como la elaborada arquitectura de Tokyo y el acelerado ritmo de vida de sus habitantes, sin olvidar el hermoso cielo que nos hace vislumbrar la luz del sol a través de las nubes y la amplia gama de colores de un espectacular cometa que atraviesa por los mirada de los protagonistas. El filme resulta en un ejercicio visual agradable y sobresaliente.

     El punto de la película resulta efectivo cuando reflexionamos sobre un Japón que ha atravesado los abates de inclemencias como la bomba atómica que arrasó con Hiroshima y Nagasaki en 1945, así como los recientes terremoto y tsunami del año 2011. En su cine, los japoneses han reflexionado sobre la importancia que lleva consigo el peso de lo inevitable. Los ejemplos de los desastres anteriormente mencionados podrían parecer exagerados, pero es en esa cualidad en la que se desarrolla la cinta, marcando los acontecimientos por la relación de lo que ha sucedido, lo que puede suceder, y lo que sucederá. Empatizamos con todo lo sucedido en la trama gracias a esa relación afectiva que los personajes van desarrollando.  

     Tu Nombre es quizá la muestra de que el cine de animación japonesa este atravesando por uno de sus mejores momentos. El tiempo y el espacio solo son valorados cuando nos damos cuenta de que en ellos se encuentran seres humanos quienes viven, sonríen, sufren, nacen o mueren. No importa dónde nos encontremos ni en que época, el cine siempre es esa puerta abierta a la experiencia de la humanidad. Una muestra de que podemos sensibilizarnos aun con aquellos que desconocemos su nombre.


Calificación: 8.5/10


Reseña: Emoji La Película (The Emoji Movie)

Imagen propiedad de Sony Pictures. Todos los derechos reservados.

Reseña: Emoji La Película (The Emoji Movie)

Año: 2017
Género: Animación/Comedia
Dirección: Tony Leondis
Duración: 91 min.
Clasificación: AA (Apta para todo público).

Por Cristhian Ponce

     En el mundo moderno, la utilización de los llamados Smartphone, así como la gran presencia de las redes socialeshan cambiado, para bien o para mal, la interacción humana. Esto resalta con mayor notoriedad comparándola con la sociedad de hace 20 años, en la que pensar que la inmediatez para comunicarnos con todos, en cualquier lugar y momento, era algo que solo la ciencia ficción podía ingeniar. Pero el futuro nos alcanzó. No con los añorados autos voladores que nos hicieron imaginar cintas como Blade Runner (Riddley Scott, 1982), pero si con un avance  importante en materia de comunicación. Ahora no solo nos comunicamos más rápido, sino que también lo hacemos de manera más simplificada. La abreviación de las palabras es cada vez más común, además de que las imágenes (con o sin texto) se usan al por mayor. Lo que antes detallábamos en una carta de amor de cuando menos una cuartilla, ahora tratamos de decirlo con un dibujito de una carita con corazones en los ojos.

     Emoji La Película del director Tony Landis nos lleva al interior de un teléfono celular, en donde podemos ver como los diferentes emoticones (caritas o signos de diferentes formas que en su mayoría expresan sentimientos), mismos que son utilizados en las redes sociales, viven para que la persona propietaria del teléfono se pueda comunicar de manera más efectiva. En este contexto, conocemos a Gene, un emoji que nació para expresarse como Meh (rostro que expresa indiferencia), a quien se le dificulta desarrollar su trabajo ya que expresa una amplia gama de expresiones y sentimientos. Esto lo lleva a una odisea en la que deberá buscar ser reprogramado por el sistema para solo expresarse de la manera en la que se supone debe hacerlo.

     La cinta se maneja en una trama con bastantes semejanzas a cintas conocidas, tales como Intensa-mente (Pixar, 2015) y Ralph El Demoledor (Disney, 2012), emulando a la primera en la búsqueda de comprensión y expresión de los sentimientos, y en la segunda respecto al viaje de los personajes respecto al sentido de pertenencia. El problema radica en que la película desarrolla de una manera muy pobre estos temas, desviándose en innumerables ocasiones de su objetivo inicial. En ocasiones pareciese que Sony Animation solo hizo “copiar y pegar” en el guión, mismo que no lleva a ningún lado la mayoría del tiempo, resolviendo las situaciones de la manera más cliché posible. Esto se hace aún más notorio con la evidente planicie de los personajes propuestos por la película, mismos que se muestran como arquetipos derivados por su imagen, y nada más.

     Quizá el asunto más interesante de la cinta radique en su polémico fondo. Desde el inicio del filme, se nos asegura que los emojis son “la mejor manera de comunicación”. Afirmar de una manera tan directa un asunto por demás debatible, nos evidencia que la cinta tiene una postura marcada para convencer a la audiencia sobre una tendencia de consumo. De principio a fin observamos un comercial tras otro de aplicaciones para celular, tales como Spotify y Youtube. Esto más que ser un discreto product placement, se nos presenta de una manera muy directa. Resulta además discutible la manera en la que se presenta a una generación incapaz de comunicarse de otra manera que no sea a través de los mencionados emojis. La cinta no solo muestra a una generación que ha empobrecido su vocabulario, también hace notoría una nomofobia masiva, al mostrar a una sociedad juvenil incapaz de separarse de dicha tecnología. La alarma se enciende a un nivel mayor cuando nos damos cuenta de que la película más que denunciar, utiliza la herramienta del cine para defender dichas actitudes en favor de una industria.

     Emoji La Película es una cinta llena de fallos en su estructura que tiene muy pocas cosas que contar que no se hayan dicho ya. Sin embargo, nos demuestra que el cine puede ser utilizado de múltiples maneras, aun cuando sus resultados como producto de entretenimiento dejan mucho que desear.


Calificación: 2.5/10


domingo, 30 de julio de 2017

Reseña: El Planeta de los Simios: La Guerra

Imagen propiedad de 20th Century Fox.

Reseña: El Planeta de los Simios: La Guerra (War for the Planet of the Apes)

Año: 2017
Director: Matt Reeves
Género: Ciencia Ficción
Duración: 142 min.
Clasificación: B (12 años en adelante).

Por Cristhian Ponce

     La ambición humana. Ese impulso y deseo insaciable que en muchas ocasiones nos ha llevado a progresar en conjunto, manifestándose en cuantiosas glorias, pero que no obstante, también nos ha llevado a la barbarie, un hambre salvaje que devora todo a su paso para satisfacer esa necesidad de supremacía, misma que nos arrincona cada vez más a un precipicio en donde quizá ya no haya retorno. Debido a todo esto, no debiese sorprendernos que las fuerzas de la naturaleza operen como una especie de balanza de la justicia, misma en donde el equilibrio entre el caos y la tranquilidad llega cada vez que las fuerzas se alteran. Toda esta apología es parte del discurso que se ha ido desarrollando en la trilogía de El Planeta de los Simios, misma que funge como precuela de las cintas originales de finales de los 60.

     En esta ocasión, vemos como el líder de la rebelión de los primates, el simio dotado de inteligencia César (Andy Serkis), se ve obligado a buscar un nuevo hogar para los simios cuando estos se ven amenazados por una raza cada vez más cerca de su extinción debido al ataque de una nueva enfermedad que solo ataca a los humanos. En este panorama desolador, los simios deberán luchar contra un ferviente ejército liderado por un temerario coronel (Woody Harrelson), quien se rehúsa a ceder ante un eminente exterminio.

    
Los fantasmas del pasado acechan a César, recordándole las atrocidades que la humanidad le ha causado a los de su especie. Esto va en pos de unos simios que se muestran más civilizados, empáticos y unidos para el beneficio de su raza. En cuanto a los humanos, estos parecen volver a un estado salvaje, retrocediendo en su progreso como sociedad y cometiendo atrocidades que asemejan a épocas que quisiéramos dejar en el olvido, tales como la esclavitud o el autoritarismo. El discurso de la cinta es claro: Los humanos hemos pasado a ser una raza inferior, como pago al menosprecio a la naturaleza y a los animales. Es el ocaso de la humanidad.

En el desarrollo, podemos rescatar el excelente uso que Reeves hace del lenguaje de señas usado por los primates, y del buen uso de las miradas entre los personajes, mismas que llevan gran parte del nivel narrativo de la cinta. Reeves hace un gran trabajo al mantener nuestro interés en la pantalla gracias al buen balance del desarrollo de sus personajes. Mención aparte a los excelentes efectos especiales de la película, los cuales sin duda logran los simios más realistas hasta el momento.

Si algún pecado comete la cinta es el dejar en segundo plano en distintas ocasiones el desarrollo emocional de los eventos ocurridos a lo largo de la trama. Si bien en la mayoría de los momentos se hace un buen uso, es notorio que lo que pudo haber sido un momento cinemático profundo haciendo gala de su estética audiovisual, esta se deja de lado para favorecer a situaciones típicas de blockbuster veraniego, clichés que dotan a la película de una estructura convencional, mismos que pudieron ser evitados para elevar un discurso que resulta por demás interesante.

La trilogía no podía terminar de mejor manera. El Planeta de los Simios: La Guerra es una cinta que a pesar de tener algunos fallos menores en su estructura, refleja al igual que sus antecesoras, las consecuencias de descuidar el balance y armonía entre los factores de la naturaleza y que, como buena cinta de ciencia ficción, nos hace preguntarnos acerca de nuestras capacidades como humanidad y hacía donde nos dirigimos. El planteamiento resulta claro, sin embargo, la respuesta, resulta desalentadora para una raza humana que sigue satisfaciendo su voraz ambición. Solo queda preguntarnos, ¿Hasta cuando?


Calificación: 8/10


Reseña: Dunkirk

Imagen propiedad de Warner Bros. Pictures.

Reseña: Dunkirk

Año: 2017
Director: Christopher Nolan
Género: Bélico/Suspenso
Duración: 120 min.
Clasificación: B (12 años en adelante).

Por Cristhian Ponce

     ¿Cómo saber cuánto cuesta la tranquilidad si nunca se nos ha arrebatado la calma?, ¿Cómo valorar el tiempo si nunca hemos presenciado la cuenta regresiva de la vida? Cuando no apreciamos el enorme valor que ello supone, solemos ceder a la frivolidad, pagando el precio de olvidar aspectos primigenios que nos ayudan a orientar nuestro sentido humano. El cine es una puerta que nos transporta a las experiencias que otros han vivido, ayudándonos a apreciar cosas que de otra manera quizá nos sería imposible.

     Los sucesos retratados en Dunkirk nos transportan a la Segunda Guerra Mundial, en un panorama donde los ejércitos tanto francés como británico han sido orillados al mar por los alemanes, dejándolos así a la espera de la muerte en un panorama desolador, o bien, a que suceda un milagro.

La trama se nos narra desde tres perspectivas diferentes: La primera nos cuenta los sucesos vividos por el ejército británico en el muelle de Dunkirk, esto durante el transcurso de una semana. En la segunda observamos como un valiente hombre, acompañado de su hijo y un amigo, deciden ir a salvar a cuantos soldados les sean posibles en su pequeña embarcación, sucediendo esto en el transcurso de un día. Y en su tercera parte observamos como tres tripulantes de las avionetas de combate Spitfire interfieren en el suceso, esto durante el transcurso de una hora.

Christopher Nolan, quien dirige y escribe la cinta, ha demostrado desde el inicio de su carrera un dominio soberbio del uso elíptico del tiempo, acelerando los segundos más asiduos y alargando los momentos más intensos para incrementar la tensión. Como ya es característico en el estilo del director y tal como hemos visto en cintas como Memento (2000), su opera prima, o Inception (2010), el cineasta londinense hace uso de la información que va proporcionando al espectador sobre los sucesos de la trama, revelando cada nuevo detalle en el intercalando de los distintos puntos de vista, mismos que se van cruzando en determinados momentos. Este último aspecto sin duda pondría orgulloso a su compatriota Alfred Hitchcock, ya que en este último aspecto radica mucho del valor envolvente de la película.

El detalle más sobresaliente de la cinta radica en su excelente uso del sonido. La mezcla auditiva nos sumerge en un ambiente donde el peligro es latente en cada segundo, trasladándonos a un campo de batalla hostil y furtivo al escuchar aviones acercarse a toda velocidad, balas que atraviesan metros de distancia para alcanzar a su objetivo o a bombardeos que hacen salpicar agua y arena. Los sonidos son tan naturales que podemos percibir el temor al unísono. La tensión aumenta con las excelentes composiciones de Hans Zimmer, con las que el metrónomo va in-crescendo, acelerándose al compás de las manecillas del reloj y los latidos del corazón. Esto nos hace empatizar emocionalmente en un ambiente en donde la paranoia incrementa cada vez más.

En cuanto a postura política, la cinta se toma muchas libertades creativas a la hora de retratar los sucesos vividos en mencionado hecho histórico. La importante participación del ejército francés queda prácticamente olvidada y es recordada de manera muy escueta, y la participación de la Alemania Nazi en el conflicto solo se menciona al comienzo de la cinta. Es importante reconocer la postura de la cinta para que el entendimiento del suceso no quede mal interpretado. En este caso, Dunkirk se perfila mas como una muestra de los crueles sucesos vívidos en el conflicto bélico mas grande la historia, en el cual además de suceder actos horríficos, también figura la esperanza de la humanidad en la valentía de aquellos que solo quieren volver a casa. En honrar a los héroes desde un punto de vista británico.

Sin duda, Dunkirk es un gran ejemplo de lo que se puede lograr cuando se utilizan bien todos los recursos técnicos con los que se cuenta en el cine de gran manufactura. Un estremecedor recuerdo de un periodo histórico que no debe ser olvidado, y sin duda, un recordatorio del enorme valor de la tranquilidad y el destructivo fenómeno que es la guerra.


Calificación: 9/10


domingo, 23 de abril de 2017

Reseña: T2 Trainspotting: Al Borde del Abismo

Imagen propiedad de Sony Pictures.


Reseña: T2 Trainspotting: Al Borde del Abismo

Año: 2017
Director: Danny Boyle
Género: Drama/Comedia/Crimen
Clasificación: R (Mayores de 18 años)
Duración: 117 min

Por Cristhian Ponce

     La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será. Estas palabras del escritor peruano Eduardo Galeano nos recuerdan los estragos que el paso del tiempo va dejando. Una huella tan difícil de borrar que tarde o temprano nos veremos obligados a confrontar, sin importar lo que esa misma historia ha ido trazando.

     Han pasado 20 años del estreno de la primera Trainspotting, aquella cinta del año 1996  dirigida por Danny Boyle (Slumdog Millionaire, Steve Jobs, 127 Hours) que hablaba acerca de un grupo de jóvenes adictos a la heroína y que marco a una generación que se aventuraba a descubrir, al margen de los protagonistas de la historia, la importancia y repercusiones de las elecciones en la vida. Una cinta emblema de la época que debido a su estética y carisma pasaría a ser un clásico de culto para generaciones posteriores.

     En esta nueva cinta basada en el libro Porno del escritor Irvine Welsh (secuela directa del primer libro también de Welsh) vemos de vuelta a Spud (Ewen Bremner), Renton (Ewan McGregor), Begbie (Robert Carlyle) y Sick Boy (Jonny Lee Miller) a veinte años de los sucesos de la primera película. Las cosas han cambiado. Ya no son los noventa, la pandilla ya no tiene veintitantos. Su espíritu enérgico ha mermado para pasar factura a las enfermedades cardiovasculares, la disfunción eréctil o los problemas maritales. Es en ese contexto en el cual Renton debe volver a su hogar después de tantos años, un lugar del que había huido hace mucho tiempo. No pasara mucho para que se percate de que tanto ha cambiado el mundo, el pasado sigue ahí, como un fantasma acechante, cobrando vida en un Edimburgo del Siglo XXI.

     En esa área el director Danny Boyle y el guionista John Hodge aciertan de manera rotunda al ofrecer una cinta que si bien toma elementos visuales y sonoros representativos de su universo (como la excelente selección musical para la cinta), no trata en ningún momento ser la primera Trainspotting. Si la primera era un frenesí de emociones consecutivas, en esta segunda parte se apela a la nostalgia y la melancolía. Todo ello logrado a partir de una maduración de sus personajes, mismos que crecerán a partir de reflexiones y la asimilación de lo que alguna vez cada uno eligió en su vida. Poética audiovisual que cita indirectamente lo que decía Jean Paul Sartre: “Cada hombre es responsable de si mismo y de todos los hombres”.

     La cinta no está exenta de fallos. Algunos pequeños agujeros argumentales o un primer acto que se siente un poco aletargado. Pero son superados con facilidad y de manera muy verosímil.

     T2 Trainspotting es un excelente ejemplo de lo que se puede lograr cuando una secuela tiene una razón poderosa de existir y no se fundamenta solamente en la búsqueda ansiosa de dinero. El tema sin duda es una sucesión de lo que significó la primera cinta, aunque quizá corra con el mismo destino de lo sucedido con su predecesora al no ser comprendida por una audiencia y encontrando refugió en generaciones futuras. Quizá para cuando llegue ese momento muchos logren apreciar a la cinta en su justa dimensión, viendo al pasado como los protagonistas del filme, observando pasar las estaciones y sucesos de manera intermitente por la ventana del tren imparable de la vida.


Calificación: 8.5/10