domingo, 25 de febrero de 2018

Reseña/Crítica: The Square

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Reseña/Crítica: The Square

Año: 2017
País: Suecia
Director: Ruben Östlund
Género: Drama/Sátira
Duración: 142 minutos

Por Cristhian Ponce

     El mundo del arte moderno está inundado de constante polémica y debate. Hay quienes descalifican la dudosa técnica que muchos artistas utilizan (que van desde poner objetos de manera aleatoria o dibujar solo manchas en un cuadro, por ejemplo), así como hay quienes debaten acerca del contenido que plasman en ellas, mismo que parece funcionar más para provocar sensaciones fáciles, que como un ejercicio honesto de creatividad. Todo lo anterior genera en sí múltiples debates.

En The Square, el director Ruben Östlund ahonda en esta temática situándonos en la piel de Christian (Claes Bang), quien es encargado de un museo de arte contemporáneo, se ve rodeado de diversas dificultades a la hora de planear la inauguración de la siguiente exposición del museo, misma que lleva por nombre The Square. En el epígrafe que da comienzo a dicha exposición, se observan las siguientes palabras: “El cuadrado es un santuario de confianza y solidaridad. Dentro de sus límites, todos tenemos los mismos derechos y obligaciones.” A partir de ese momento, el absurdo de las situaciones pondrán a prueba dicha frase, misma que podría adquirir otros significados sin cambiar sus palabras. Esto último, logrado por gracias a los sucesos de la cinta (que transcurren en planos cuadrados), así como los límites que los personajes trazan con sus ajenos. 

El atrevimiento de la cinta recae en criticar de manera directa no solo al mundo del arte moderno y su desbordada doble moral, sino también a los alegatos moralistas de aquellos ajenos a este mundo. Para ello, la cinta pone a prueba las obras y las intenciones de los artistas al exponerlos al mundo que les rodea, mismo en donde los límites de su “cuadrado” se verán contrariados, derogando una falta de sensibilidad sobre los temas que ellos dicen plasmar en sus obras. Esa es precisamente la mayor virtud de la película: Su guion pone sobre la mesa discusiones importantes sobre el arte y los artistas al jugar con su obra y su desenvolvimiento en el contexto ajeno a ella.

Las discusiones que la cinta puede provocar parecen necesarias en el panorama actual donde los temas de solidaridad moral están a la orden del día. Los limites que separan a la élite de los marginados y la manera en como unos se aprovechan de los otros no atañe solo al mundo del arte. La reflexión sobre como el mundo del arte (o las clases sociales más afortunadas) pueden utilizar un tema de interés social solo para cumplir la norma resulta necesario de ser discutido. The Square recuerda una de las principales razones del arte: Exponer preguntas para que el espectador encuentre respuestas. Solo esperemos que la discusión no se quede en los límites del “cuadrado”.




domingo, 11 de febrero de 2018

Reseña: Koyaanisqatsi

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Reseña: Koyaanisqatsi

País: Estados Unidos
Duración: 85 minutos
Género: Documental
Director: Godfrey Reggio
Año: 1982

Por Cristhian Ponce Laborín

     La historia de la humanidad y su desarrollo moderno parecen cosas que solo pueden ser explicadas en el mundo verbal. Su complicado desenvolvimiento cubre aspectos tan complejos que inclusive muchos especialistas han escrito tomos enteros dedicados a detallar cada uno de los aspectos que la conforman. En ese enmarañado y en sustancia sumamente complejo desarrollo histórico, el director Godfrey Reggio se aventura a crear una obra arriesgada que se atreva a hacer lo que hasta ese momento nadie había podido lograr: convertir dichos hechos en una experiencia vivencial.

     A través de Koyaanisqatsi, Reggio plasma a una naturaleza pasiva y tranquila en la que la luz del sol y la sombra de las nubes van pigmentando los múltiples ecosistemas del planeta. En esa parte del metraje el ritmo de la cinta nos refleja el pacifico y tranquilo proceso natural que evoca una calma abrumadora, misma que de pronto se ve interrumpida por estruendosas explosiones que levantan  polvo y arena, rompiendo el orden natural de la ecología para dar paso a maquinarias monstruosas que vienen a devorar todo a su paso, a sustraer de manera violenta los minerales de la tierra.
     La cinta es un ejercicio magistral que demuestra a través de la sucesión de imágenes y el extraordinario soundtrack compuesto por Phillip Glass los estragos de la ambición de la humanidad. En este filme no observamos el desarrollo narrativo de personajes concretos, sino más bien, un ejercicio sensorial para revelarnos una historia vista desde un plano general. Por ello, en el desarrollo del filme vemos deslizar frente a nuestros ojos el duro paso de los procesos industriales, una simplificación de los enormes estragos del capitalismo, al homo videns de Giovanni Sartori, el cada vez más acelerado ritmo de vida de los ciudadanos modernos, la gran sobrepoblación de las grandes urbes con su opulencia y miseria regadas en enormes cantidades. Todo un desfile frenético de imágenes que se suceden para lograr transmitir de manera orgánica la alarmante naturaleza voraz y consumista del ser humano. Y es que el hecho de ver imágenes sustraídas de un mundo real hace que el impacto sea aún mayor evidenciando algo que nos cuesta trabajo aceptar.

     Quizá uno de los puntos más sorprendentes de Koyaanisqatsi es sin duda su asombrosa vigencia a pesar de sus ya 35 años de existencia. Tal parece que a pesar de que estamos distanciados respecto a tendencias de consumo (hoy en día los videojuegos de arcadías son escasos, en cambio que se juega más en hogares vía online, por ejemplo) seguimos siendo una sociedad apegada a una tendencia rítmica de vida pulsante. El filme sin duda es un gran ejemplo de lo que el cine documental pude lograr cuando se explora los beneficios del montaje y una excelente propuesta temática.

     Solo queda preguntarnos: ¿Cuál será el destino de una humanidad tan apegada al desarrollo tecnolofico? Quizá la palabra Koyaanisqatsi nos revela una respuesta que nos cuesta aceptar.