domingo, 30 de julio de 2017

Reseña: El Planeta de los Simios: La Guerra

Imagen propiedad de 20th Century Fox.

Reseña: El Planeta de los Simios: La Guerra (War for the Planet of the Apes)

Año: 2017
Director: Matt Reeves
Género: Ciencia Ficción
Duración: 142 min.
Clasificación: B (12 años en adelante).

Por Cristhian Ponce

     La ambición humana. Ese impulso y deseo insaciable que en muchas ocasiones nos ha llevado a progresar en conjunto, manifestándose en cuantiosas glorias, pero que no obstante, también nos ha llevado a la barbarie, un hambre salvaje que devora todo a su paso para satisfacer esa necesidad de supremacía, misma que nos arrincona cada vez más a un precipicio en donde quizá ya no haya retorno. Debido a todo esto, no debiese sorprendernos que las fuerzas de la naturaleza operen como una especie de balanza de la justicia, misma en donde el equilibrio entre el caos y la tranquilidad llega cada vez que las fuerzas se alteran. Toda esta apología es parte del discurso que se ha ido desarrollando en la trilogía de El Planeta de los Simios, misma que funge como precuela de las cintas originales de finales de los 60.

     En esta ocasión, vemos como el líder de la rebelión de los primates, el simio dotado de inteligencia César (Andy Serkis), se ve obligado a buscar un nuevo hogar para los simios cuando estos se ven amenazados por una raza cada vez más cerca de su extinción debido al ataque de una nueva enfermedad que solo ataca a los humanos. En este panorama desolador, los simios deberán luchar contra un ferviente ejército liderado por un temerario coronel (Woody Harrelson), quien se rehúsa a ceder ante un eminente exterminio.

    
Los fantasmas del pasado acechan a César, recordándole las atrocidades que la humanidad le ha causado a los de su especie. Esto va en pos de unos simios que se muestran más civilizados, empáticos y unidos para el beneficio de su raza. En cuanto a los humanos, estos parecen volver a un estado salvaje, retrocediendo en su progreso como sociedad y cometiendo atrocidades que asemejan a épocas que quisiéramos dejar en el olvido, tales como la esclavitud o el autoritarismo. El discurso de la cinta es claro: Los humanos hemos pasado a ser una raza inferior, como pago al menosprecio a la naturaleza y a los animales. Es el ocaso de la humanidad.

En el desarrollo, podemos rescatar el excelente uso que Reeves hace del lenguaje de señas usado por los primates, y del buen uso de las miradas entre los personajes, mismas que llevan gran parte del nivel narrativo de la cinta. Reeves hace un gran trabajo al mantener nuestro interés en la pantalla gracias al buen balance del desarrollo de sus personajes. Mención aparte a los excelentes efectos especiales de la película, los cuales sin duda logran los simios más realistas hasta el momento.

Si algún pecado comete la cinta es el dejar en segundo plano en distintas ocasiones el desarrollo emocional de los eventos ocurridos a lo largo de la trama. Si bien en la mayoría de los momentos se hace un buen uso, es notorio que lo que pudo haber sido un momento cinemático profundo haciendo gala de su estética audiovisual, esta se deja de lado para favorecer a situaciones típicas de blockbuster veraniego, clichés que dotan a la película de una estructura convencional, mismos que pudieron ser evitados para elevar un discurso que resulta por demás interesante.

La trilogía no podía terminar de mejor manera. El Planeta de los Simios: La Guerra es una cinta que a pesar de tener algunos fallos menores en su estructura, refleja al igual que sus antecesoras, las consecuencias de descuidar el balance y armonía entre los factores de la naturaleza y que, como buena cinta de ciencia ficción, nos hace preguntarnos acerca de nuestras capacidades como humanidad y hacía donde nos dirigimos. El planteamiento resulta claro, sin embargo, la respuesta, resulta desalentadora para una raza humana que sigue satisfaciendo su voraz ambición. Solo queda preguntarnos, ¿Hasta cuando?


Calificación: 8/10


Reseña: Dunkirk

Imagen propiedad de Warner Bros. Pictures.

Reseña: Dunkirk

Año: 2017
Director: Christopher Nolan
Género: Bélico/Suspenso
Duración: 120 min.
Clasificación: B (12 años en adelante).

Por Cristhian Ponce

     ¿Cómo saber cuánto cuesta la tranquilidad si nunca se nos ha arrebatado la calma?, ¿Cómo valorar el tiempo si nunca hemos presenciado la cuenta regresiva de la vida? Cuando no apreciamos el enorme valor que ello supone, solemos ceder a la frivolidad, pagando el precio de olvidar aspectos primigenios que nos ayudan a orientar nuestro sentido humano. El cine es una puerta que nos transporta a las experiencias que otros han vivido, ayudándonos a apreciar cosas que de otra manera quizá nos sería imposible.

     Los sucesos retratados en Dunkirk nos transportan a la Segunda Guerra Mundial, en un panorama donde los ejércitos tanto francés como británico han sido orillados al mar por los alemanes, dejándolos así a la espera de la muerte en un panorama desolador, o bien, a que suceda un milagro.

La trama se nos narra desde tres perspectivas diferentes: La primera nos cuenta los sucesos vividos por el ejército británico en el muelle de Dunkirk, esto durante el transcurso de una semana. En la segunda observamos como un valiente hombre, acompañado de su hijo y un amigo, deciden ir a salvar a cuantos soldados les sean posibles en su pequeña embarcación, sucediendo esto en el transcurso de un día. Y en su tercera parte observamos como tres tripulantes de las avionetas de combate Spitfire interfieren en el suceso, esto durante el transcurso de una hora.

Christopher Nolan, quien dirige y escribe la cinta, ha demostrado desde el inicio de su carrera un dominio soberbio del uso elíptico del tiempo, acelerando los segundos más asiduos y alargando los momentos más intensos para incrementar la tensión. Como ya es característico en el estilo del director y tal como hemos visto en cintas como Memento (2000), su opera prima, o Inception (2010), el cineasta londinense hace uso de la información que va proporcionando al espectador sobre los sucesos de la trama, revelando cada nuevo detalle en el intercalando de los distintos puntos de vista, mismos que se van cruzando en determinados momentos. Este último aspecto sin duda pondría orgulloso a su compatriota Alfred Hitchcock, ya que en este último aspecto radica mucho del valor envolvente de la película.

El detalle más sobresaliente de la cinta radica en su excelente uso del sonido. La mezcla auditiva nos sumerge en un ambiente donde el peligro es latente en cada segundo, trasladándonos a un campo de batalla hostil y furtivo al escuchar aviones acercarse a toda velocidad, balas que atraviesan metros de distancia para alcanzar a su objetivo o a bombardeos que hacen salpicar agua y arena. Los sonidos son tan naturales que podemos percibir el temor al unísono. La tensión aumenta con las excelentes composiciones de Hans Zimmer, con las que el metrónomo va in-crescendo, acelerándose al compás de las manecillas del reloj y los latidos del corazón. Esto nos hace empatizar emocionalmente en un ambiente en donde la paranoia incrementa cada vez más.

En cuanto a postura política, la cinta se toma muchas libertades creativas a la hora de retratar los sucesos vividos en mencionado hecho histórico. La importante participación del ejército francés queda prácticamente olvidada y es recordada de manera muy escueta, y la participación de la Alemania Nazi en el conflicto solo se menciona al comienzo de la cinta. Es importante reconocer la postura de la cinta para que el entendimiento del suceso no quede mal interpretado. En este caso, Dunkirk se perfila mas como una muestra de los crueles sucesos vívidos en el conflicto bélico mas grande la historia, en el cual además de suceder actos horríficos, también figura la esperanza de la humanidad en la valentía de aquellos que solo quieren volver a casa. En honrar a los héroes desde un punto de vista británico.

Sin duda, Dunkirk es un gran ejemplo de lo que se puede lograr cuando se utilizan bien todos los recursos técnicos con los que se cuenta en el cine de gran manufactura. Un estremecedor recuerdo de un periodo histórico que no debe ser olvidado, y sin duda, un recordatorio del enorme valor de la tranquilidad y el destructivo fenómeno que es la guerra.


Calificación: 9/10