viernes, 30 de agosto de 2019

Reseña: Once Upon a Time in Hollywood


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Imagen propiedad de Sony Pictures. 





Reseña: Once Upon a Time in Hollywood

Director: Quentin Tarantino
Año: 2019
Género: Comedia
Duración: 160 min.
Clasificación: B-15

Por Cristhian Ponce

ADVERTENCIA: La siguiente reseña contiene spoilers. 

Como en los cuentos de hadas, Tarantino comienza su noveno filme con imágenes en 16:9, en blanco y negro, en lo que bien podría ser una serie western tan emblemática como lo fuera Bonanza en los 60´s. Seguido, vemos como el protagonista de dicha serie, Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) y su doble de acción Cliff Booth (Brad Pitt), son entrevistados acerca de su trabajo, en una especie de capsula introductoria que nos recuerda a una era que ya no está más… o eso parece en un inicio.

Tarantino nos cuenta las peripecias de un actor y su doble de acción durante 1969, enfrentándose a una industria que no se encontraba en su mejor momento. A su vez, el par de amigos se percatará de que tienen a nuevos vecinos, que resultan ser nada más y nada menos que Roman Polanski y Sharon Tate.  

Es importante mencionar que la cinta desarrolla su trama dando por entendido que el público conoce el contexto en el cual gira la trama de la película, y que el desconocimiento de dicho panorama podría afectar de manera negativa la experiencia de la película. Es importante decir entonces, que en 1969 el cine hollywodense se encontraba en una etapa de renovación dado a un pique en su modelo de producción, que se veía rezagado por la propuesta proveniente de países extranjeros. La televisión estaba teniendo cada vez mayor rentabilidad, por lo que muchos tuvieron que emigrar del cine a hacer series. Hay que decirlo: no fue el mejor momento para Hollywood.
Además de ello, Estados Unidos (y el mundo) se veían enfrentados a la llamada Revolución Sexual, donde miles de personas comenzaron a desaparecer tabúes acerca de sus sexualidades. Aunado a ello, el movimiento hippie se encontraba en su momento álgido, recordando que ese año tuvo lugar el concierto Woodstock. Una era donde el amor y la paz eran la consigna, y donde la experimentación con múltiple sustancias, religiones y filosofías de muchas partes del planeta que le daban a una generación motivos para creer en un mundo mejor.

Pero la oscuridad estaba a punto de surgir de las profundidades. El cine en Hollywood estaba a punto de entrar en una etapa de maduración donde los temas se volverían aún más oscuros, contraponiéndose con esa mirada un tanto infantil sobre el sueño americano. El movimiento hippie se bañaría en sangre cuando un número de jóvenes (en su mayoría mujeres) cometieran una serie de asesinatos bajo la influencia de Charles Manson, escudándose en muchos de los ideales que apenas años antes eran solo amor y paz.

¿Por qué mencionar todo esto? Porque la cinta carece de una contextualización, y porque sería imposible entender las alegorías que establece a partir de ese contexto pasado con el contexto actual. Dejando de lado sus guiones godardianos (donde se hacen juegos espacio-temporales en la narrativa), en esta ocasión el director apuesta por un guion más truffautiano (donde suceden cosas sin importar un hilo narrativo, tratando de caer en lo anecdótico y causal), permitiendo que la cinta se centre en ser un retrato de la época y no en el desarrollo de personajes per-se (aunque evidentemente tienen un crecimiento).

Esa estructura permite establecer momentos que no tienen otra intención que dibujar a un Hollywood, que hace un paralelo con el actual. La cinta nos cuenta cómo es que los directores extranjeros eran quienes tomaban la batuta (¿recuerdan que directores dominan Hollywood actualmente?), los cineastas optaban por hacer series de televisión (¿Netflix?), y rodeados de una generación que quiere corregir a la sociedad en lo que a veces pareciera una compaación entre los hippies y los millenials.
Mucho se ha dicho acerca de que Tarantino hace una carta de amor a una época en concreto, pero gracias a pequeños detalles podemos intuir que en realidad pretendía hacer una crítica contemporánea. Y entre la pretensión y el ser hay diferencias, ya que dicha crítica es mas bien entendida entre líneas y no arrojada de una manera directa y contundente. 

Ejemplos como la escena en que Cliff Booth ve pasar a una joven chica hippie cruzar la calle mientras escuchamos “Mrs. Robinson” de Simon and Garfunkel es un guiño que nos habla de cómo se percibían las relaciones entre personas de edades dispares en la época, haciendo alusión a la cinta The Graduate, que saliera ese año. De igual manera, podemos ver como esa chica es cosificada de manera sensual frente a la cámara, coquetendo con el personaje de Brad Pitt, para revelarnos después que es menor de edad, seguido de la negativa de la Pitt por evitar ir a la cárcel. Es a través de esos pequeños guiños que Tarantino va entretejiendo situaciones que ejemplifican como el mundo del cine termina siendo un reflejo del mundo real.

La escena en Spahn Ranch es otro ejemplo de los paralelos. En la escena, podemos ver como el lugar está ocupado por la Familia Manson. Al llegar Cliff Booth, todos se ponen en alerta y las chicas (que se cuentan docenas) actúan como protectoras que parecen querer estallar en violencia en cuanto las cosas se tornen mal. Una vez pasado el momento de tensión, Booth se percata que le han ponchado una llanta al vehículo que conduce, a lo que un hippie sentado en una cerca comienza a reírse. Booth no duda en golpearlo de manera violenta, por lo que las chicas que antes se mostraban como monstruos al acecho, ahora se comportan compasivas ante el hombre ensangrentado. Es así como Tarantino plasma a la juventud de final de los 60’s como una generación voluble que se rige por contradicciones respecto a su doble moral. Una generación que es capaz de hacer lo que se le ordene.

Por ello, el que veamos como los estudios de Hollywood obliguen al personaje de Leo DiCaprio a vestirse como hippie en un western no es más que otra manera de representar como los estudios se ajusta a las modas o tendencias generacionales, aún cuando en el fondo no les importa demasiado su manera de pensar. En ese sentido, la presencia del personaje de Al Pacino apadrinando a Rick Dalton, nos ayuda a entender que para poder triunfar en una industria como Hollywood necesitas tener a alguien influyente de tu lado (cof, cof, Harvey Weinstein). La actuación de DiCaprio (llena de matices) también nos ayuda a comprender la crisis de un gremio que lucha por la aceptación y la vigencia, pero plasmándolo como un problema que se percibe infantil.

La presencia de Sharon Tate (Margot Robbie) funge como un leitmotiv que nos recuerda que se respiraba una luz e inocencia en el ambiente. Una manera de representar el espíritu de la época, a la vez de recordarnos (al tener presente el destino de la actriz en el mundo real) que todo puede tornarse oscuro en cualquier momento. No es de extrañar que cualquier referencia a la Familia Manson también resulte en una especie de amenaza para el espíritu feel-good que está presente durante casi todo el film.

Esa es la razón por la que el final de la cinta resulta tan memorable. Rompiendo el espíritu creado durante el metraje, los últimos momentos son una explosión de violencia donde el destino de Sharon Tate es salvado por los personajes de DiCaprio y Pitt. Momentos antes de entrar a la casa de estos personajes, los asesinos que pretendían momentos antes asesinar a Tate y compañia, deciden matar a quienes les han “enseñado a matar”. Al cambiar el destino de los personajes y mostrar una situación que se percibe tan imaginativa y exagerada, el director hace, ante todo, un recordatorio a la audiencia: el cine imita a la realidad, y la vida real no es como en las películas de Hollywood. Al cambiar el final de los hechos, Tarantino hace (intencional o involuntariamente) alusión al hecho de que los sucesos de ese día cambiaron al cine. Los finales donde los buenos se salvan y los malos obtienen su merecido se murieron en 1969 para dar paso a una etapa mas oscura con películas como Jaws (1975), The Exorcist (1973), Taxi Driver (1976), The Godfather (1972), etc.  Al salvar a Tate, Tarantino nos recuerda que por más que queramos voltear la mirada, el mundo se ha vuelto (o siempre ha sido) un lugar violento. Es por ello que esta película es quizá la menos sangrienta y violenta del director, evidenciando que los sucesos de esa noche marcaron a toda una generación. Hollywood no podía ocultar que el mundo era un lugar oscuro.


A pesar de sus grandes ideas y el riesgo de cambiar su estructura, es evidente que la película solo será disfrutada por quienes conozcan el contexto y dejará afuera a aquellos que lo desconozcan. En sus riesgos, también sopesa el hecho de no siempre acertar en el ritmo en que se establecen los acontecimientos. Aun así, Once Upon a Time in Hollywwood es quizá la mejor película del director desde Unglorious Basterds (2008), y quizá la propuesta más arriesgada y propositiva de su carrera desde Pulp Fiction (1994), aunque lejos de la redondez de sus anteriores obras. Todo lo mostrado en la cinta es una clara alusión a las cosas que le aquejan al director, las cosas que lo marcaron y su manera de entender a una industria y al contexto actual.



jueves, 16 de mayo de 2019

Reseña: Cómprame un Revolver

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Imagen propiedad de Cinépolis Distribución. 



Reseña: Cómprame un Revolver

Año: 2019
Director: Julio Hernández Cordón
País: México
Duración: 90 minutos
Clasificación: B-15

Por Cristhian Ponce

     En el panorama actual, hay muchas conductas que están siendo revaluadas por la sociedad. Movimientos activistas liderados por ambientalistas, feministas o la comunidad LGBTQ nos han enseñado que hemos tomado muchas conductas nocivas que por décadas muchos no cuestionamos y que de alguna manera u otra nos afectaban, operando casi como un fantasma invisible.

     En Cómprame un Revolver del director Julio Hernández Cordón, vemos la historia de una niña que nos narra sus vivencias junto a su padre, un hombre drogadicto dedicado a cuidar un campo de béisbol al norte de México en un tiempo incierto, donde el narcotráfico ya la violencia son un ente que domina el lugar con supremacía y normalidad para los personajes.

     Es precisamente la palabra normalidad, o en este caso, normalización, lo que permite entender el mundo construido por Julio Hernández Cordón. En el contexto planteado por la película, vemos como niños tienen que lidiar con la idea de que pueden ser robados en cualquier minuto, ser mutilados o incluso prepararse para escapar en dado caso de ser raptados. Es precisamente esa normalidad con la que miran el asunto lo que nos deja inquietos.

     Los narcotraficantes de la película (hombres en su totalidad) visten chalecos antibalas, pantalón y vestidos de flores. En un asunto de contraposición, se nos muestra un mundo donde muchas conductas se han asumido con normalidad, siendo nocivas o no. Es decir, a través de estos pequeños detalles y la mirada infantil de la protagonista iremos siendo testigos de cómo asumimos con normalidad los cambios del mundo.

     Una escena clave para entender esto es ese plano cenital con el que vemos a la protagonista rodearse de cadáveres representados a través de dibujos. La violencia se caricaturiza, nos distanciamos de su efecto devastador. O bien, en una banda llegando a una fiesta mientras uno de los narcotraficantes lanza balas al aire. La violencia se vuelve una celebración.

     Cómprame un Revolver es un relato de un futuro que no se ve tan distante, que se diluye casi con el presente, para revelarnos el efecto cultural y devastador de normalizar a la violencia. Del mundo en el que los niños actualmente crecen, asumiendo la destrucción, la sangre y la devastación como si se tratasen de un juego.

     Las distopías se plantean un futuro desolador para confrontarnos con nuestro presente. En este caso, Cómprame un Revolver es un relato que nos cuestiona sobre los usos culturales que hemos adoptado y sus consecuencias respecto al mundo que le dejamos a las nuevas generaciones. Si los niños y niñas asumen el mundo en el que viven como si se tratase de un juego, valdría entonces preguntarnos ¿A que juegan las niñas y niños?