
Reseña: Persona
Director: Ingmar Bergman
Género: Drama
Duración: 85 min.
Año: 1966
El
cinematógrafo se enciende. Del flash y las luces aparece una animación de una
mujer lavándose en el río, seguido de imágenes de la muerte de un borrego con
la mirada pérdida. De la fulgurante sangre, un martillo entierra los clavos a
Cristo. Imágenes que producen
desconcierto, pero que adquieren un sentido, al ver como un niño lentamente se
acerca a la imagen del rostro de una bella mujer. Es el cine de Ingmar Bergman,
un cine que va más allá del aspecto visual. Un cine que busca de manera fantástica
la introspección del ser.
El
cineasta originario de Suecia, nos lleva en su cinta Persona a un recorrido sin igual en el que vemos como una bella
actriz llamada Elizabeth Vogler (Liv Ullmann) es hospitalizada después de
olvidar sus diálogos en mera puesta en escena. Será la joven Alma (Bibi Andersson),
una bella enfermera, quien se encargará de cuidar de la actriz. Será durante
este periodo en el que se producirá un fuerte lazo entre ellas, uno en el que
la intimidad va más allá del deseo sexual. Uno en el que la identidad del ser
se pone en tela de juicio.
Las
actuaciones cumplen cabalmente y el discurso de Bergman siempre es claro. El
cineasta, también director de las cintas El
Séptimo Sello (1956) y Fresas
Salvajes (1957), por mencionar algunas, nos lleva en un conjunto donde la edición,
los constantes close-up y la poética existencialista del guión nos hacen
interrogar no solo la identidad de los personajes, si no que imprimen en la
fibra sensible de quien la ve, emociones que nos evidencian nuestra lucha en
los rincones solitarios de la vida. La aceptación, asumir nuestros fatídicos
errores, confrontar en el espejo nuestra desnudez emocional.
Es su
aspecto onírico de la cinta, en sustancia, surreal, el que provoca desconcierto.
Y esto solo eleva el discurso de la cinta. Tal parece que Bergman plasma sus
inquietudes para hacerlas parte del colectivo que se atreva a mirarlas, en su búsqueda
no solo de una respuesta, si no buscar quien se identifique con ellas. Sus
cintas no se parecen a ninguna otra, así como los seres humanos, en teoría, no debiésemos
ser nadie más.
Calificación: 10/10
No hay comentarios.:
Publicar un comentario