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Reseña: La La Land
Director: Demien Chazelle
Género: Musical
Clasificación: B
Duración: 128 min
Por Cristhian Ponce.
¿Cuál
será la materia con la que se construyen los cielos? Un polvo cósmico que da
brillo a las estrellas, las hace destellar de manera espectacular, nos
enternece, no da esperanza. De esa misma materia deben estar constituidos los
sueños, nuestros más puros anhelos. La La
Land nos devuelve las ganas de volver a creer en todas aquellas cosas que
en el mundo nos han hecho parecer como utópicas, caprichos imposibles de
cumplir. Demien Chazelle ha logrado una joya.
La
cinta nos narra la historia de Mia y Sebastian (interpretados por unos
excelentes Emma Stone y Ryan Gosling, en los mejores papeles de su carrera),
dos soñadores empedernidos que se enamoran al cruzar sus caminos. Ella, una
actriz que lucha por conseguir el papel
que la catapulte a la fama. El, un pianista amante del jazz clásico que sueña
con revivir al género montando su propio bar. Cuando ella y él se topan la
química es inmediata. La magia les suda por los poros. El baile se siente
natural, realmente están inspirados. Ello nos sumerge en un mundo maravilloso,
donde la concepción generalizada del musical cursi y absurdo se diluye al
mostrar imágenes estéticamente bellas (una excelente fotografía de Linus
Sandgren).
Durante
años, el género musical se sentía mayormente como una adaptación del espíritu Broadway,
un lugar con clase al que solo se accedía al tener un gusto refinado para poder
disfrutar del baile y la música. Esta cinta no pretende ser eso en ningún
momento. Su espíritu es amable con el público moderno, con un carácter relajado
que permite sentir la historia actual y fresca. Aunque la cinta homenajea de
manera obvia pero sutil a grandes referentes del género (desde cintas como Singing in the Rain, All That Jazz, hasta
Billie Jean de Michael Jackson), la
película es mayormente un ejercicio genuino que demuestra un espíritu propio.
No
hay que olvidar que el director y escritor de esta cinta es también quien hizo
la misma labor en Whiplash. Si bien, en
aquella cinta marca el recorrido del soñador sobre un camino tortuoso lleno de
sacrificio y dolor, en La La Land la
postura es mucha más optimista y mágica, sin embargo, pero esto no quiere decir
que sea un pedestal de rosas y caramelos. El guión nos eleva a lo alto, nos
enamora, nos ilusiona de forma genuina. Y es cuando la brillante pluma de
Chazelle hace su aparición, dándole suma sustancia a la cinta, dándole textura
y haciendo que la cinta se nos cuele por los poros. Y es que parece que muchos
musicales olvidan que no están en un teatro, si no que están en la pantalla grande.
La cinta hace gala del lenguaje cinematográfico para mostrarnos escenas que sin
duda pasaran a la historia como referentes del cine para la posteridad.
Hacía
tiempo que una cinta no conjugaba todos sus recursos para mostrar una cinta
redonda que nos devolviera la ilusión de amar y soñar como lo hace La La Land. Quizá haya a quienes no les
emocione lo que la cinta muestre. Pero hay algo que debemos saber, tal cual
como lo diría Mia, “esto es para los tontos que sueñan”. Y amar y soñar cuesta
mucho en un mundo apático y pesimista. Pero vale la pena cuando se viven
completamente, cuando se arriesga todo por ellos. A fin de cuentas, es por eso
que vivimos, es por ello que vamos a la sala de cine. Solo dejémonos llevar, ilusionémonos,
surquemos los cielos, cantemos bailemos y hagamos de la dolorosa existencia un
lugar placentero. Buscando otro día de sol, a alguien en la multitud, una
ciudad de estrellas.
Calificación: 10/10