domingo, 20 de mayo de 2018

Reseña: El Sabor de las Cerezas (Taʿm-e gilâs)

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Reseña: El Sabor de las Cerezas (Taʿm-e gilâs)

Director: Abbas Kiarostami
Año: 1997
País: Irán
Género: Drama
Duración: 98 minutos

Por Cristhian Ponce

     Abbas Kiarostami es sin duda un referente del cine no solo iraní, sino también un vanguardista reconocido en todo el mundo dado que se ha encargado de exhibir problemáticas de interés universal con una singularidad muy personal. Uno de los principales atributos de su cine se debe a esa confabulación entre los valores culturales de su país de origen para hablar de situaciones humanas que atañen a todos sin importar fronteras.

En el particular caso de su cinta El Sabor de las Cerezas, Kiarostami hace una reflexión íntima acerca de la vida y la muerte, al relatarnos la historia de un hombre que conduce su vehículo en busca de alguna persona que lo ayude a completar un trabajo misterioso. En este aspecto, el director nos introduce acertadamente en la entrañas de su protagonista, mismo al que veremos en planos cerrados conduciendo un Jeep en la gran mayoría del filme. Los diálogos personales y la información que se nos irá soltando tal cual fuesen gotas de agua en el verano ayudan a la sumergirnos en la introspección y reflexión que el protagonista (De nombre anónimo) se irá planteando a lo largo de su recorrido.

Es importante comprender que Kiarostami hace un claro homenaje con este filme a otro gran cineasta: Ingmar Bergman. Si bien, el cineasta iraní recurre a técnicas propias del director de Persona (1966), tales como rehusarse a utilizar música como indicativo emocional. El mayor referente se vuelca alrededor de su temática. La más clara referencia sin duda es a la película Fresas Salvajes (1957), dado que en ambas películas se vincula el recuerdo de la vida con la eminente llegada de la muerte. En Fresas, Bergman nos muestra el ocaso de la vida de un hombre de edad avanzada que recuerda con melancolía una bella y dolorosa etapa de su vida a la espera de la llegada de la muerte. En el caso de la película de Kiarostami, el cineasta nos plantea un momento en la vida de hombre de mediana edad, del que poco (o nada) sabemos. En este caso, los recuerdos y argumentos no serán planteados por su personaje principal, sino por los diferentes personajes que irán apareciendo en la vida de este hombre. Las decisiones del protagonista se ven cuartadas por los alegatos morales, religiosos o políticos que pueden suscitar temas como el suicidio o la eutanasia. Los contrapuntos y similitudes entre las dos obras sirven tanto de homenaje, así como para decir que un tema tan complejo tiene tantas aristas que puede ser abordada desde distintos puntos de vista personales y culturales.

El debate suscitado dentro del filme se transforma en poesía dado que los argumentos de los personajes serán expuestos, en su mayoría, en los interiores del automóvil del personaje principal. En ese sentido, las vueltas por el desierto para llegar a un lugar incierto sirven como contrapunto para hablar de alegatos y situaciones que llevan a lugares desconocidos. Tal como la vida misma.

El Sabor de las Cerezas es una cinta nostálgica y potente que ubica la obra de su autor como un referente importante del cine iraní. Parte de su brillantez radica en la resignificación que hace a manera de homenaje a un clásico del cine, dotándolo de identidad propia y utilizando su propia voz para ahondar en el tema desde otra perspectiva. En una era donde se cree que todo está dicho, esta cinta nos recuerda que al igual que la vida, las cosas no siempre son de la misma manera.




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