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Reseña: El Cavernícola (Early Man)
Director: Nick Park
País: Inglaterra
Género: Animación/Comedia
Duración: 89 min.
Clasificación: AA (Apto para todo público).
Por Cristhian Ponce
Aardman
Studios es, sin duda, el estudio fílmico con mayor consagración en la animación
Stop-Motion en el mundo. Anteriores
trabajos del equipo británico tales como Chicken
Run (2000), Wallace & Gromit: The
Curse of the Were-Rabbit (2005) y Shaun
the Sheep Movie (2015) son la muestra tanto del talento del equipo liderado
por Nick Park.
En
esta ocasión, El Cavernícola nos
transporta al principio de la era de piedra, mismo lugar en el que un meteorito
caera del cielo para mostrarnos al invento más importante de la humanidad, y
no, no hablamos del fuego o la rueda, sino del futbol. Será en ese contexto en
el que una tribu de cavernícolas verá la llegada de los habitantes de la Edad
de Bronce, mismos que amenazan con desplazarlos del valle en el que viven pacíficamente
con el pretexto de extraer el bronce del lugar. Para defender su tierra, los cavernícolas
tendrán que disputarse el destino de su hogar en un partido de futbol con esta
nueva civilización.
La
sencillez de su trama nos ayuda a comprender la complejidad del tema que
Aardman Studios ha decidido abordar: la destitución territorial. Es importante
decir que los sucesos de su trama guardan una similitud enorme con los sucesos
de la llamada Guerra de las Malvinas
en el año 1982, en donde Argentina se disputaba la soberanía de las Islas Malvinas
con el Reino Unido, dado que en el pasado las islas pertenecían a Argentina.
Sin embargo, el Reino Unido siguió conservando el poderío del territorio. Cuatro
años después, en la final del mundial de futbol México 86, la selección de
Argentina se vería frente a frente contra Inglaterra, resultando en una especie
de venganza poética, Diego Armando Maradona mete dos goles (uno de ellos con la
mano), dándole la victoria a la selección albiceleste en un marcador final de
dos goles a uno.
Entender
ese período histórico hace que la trama de El
Cavernícola no pase desapercibida, sobre todo a sabiendas que los estragos
del neoliberalismo haga de esos apropiamientos territoriales una realidad
vigente para diversos países (recientes desalojamientos indígenas en Latinoamérica
lo confirman).
Con
todo lo anterior, es importante mencionar que la cinta no basa su argumento a
una severa crítica política, sino en un humor basado en gags corporales propios de la escena británica. La trama no
desarrolla en su totalidad todo su potencial dado que resuelve las situaciones
de la manera más complaciente para el público, perjudicando así el desarrollo
de sus conflictos de manera orgánica, por lo que de ignorar los planteamientos ideológicos,
estaríamos tan solo ante una simpática cinta animada que no ofrece nada más que
entretenimiento familiar. Eso sí, de calidad.
La
cinta no defrauda en su meticuloso cuidado en la animación y en preservar el
estilo al que Aardman nos tiene acostumbrados. Probablemente lo más interesante
será preguntarnos: ¿Podría el futbol (o los deportes) ser la solución a
problemas diplomáticos?, ¿Qué tan seguido se vierten planteamientos políticos en un
cine dirigido a públicos infantiles? Pese a sus fallas estructurales, El Cavernícola representa un logro al
atreverse a hacernos dichos cuestionamientos.
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