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Reseña: Black
Panther
Director: Ryan Coogler
Género: Acción/Superhéroes
Clasificación: B
Duración: 134 minutos
Año: 2018
Por Cristhian Ponce
En el mundo cinematográfico
de Marvel Studios se ha vuelto reducido a una formula comprobada de entretenimiento
que no exige mucho al espectador, que cumple en cada entrega con satisfacer el
deseo de entretenimiento que los fanáticos esperan obtener. Cuando una cinta se
atreve a romper un poco con esa estructura suele brillar del resto, superando
la expectativa de ese mismo público que no esperaba más y obtiene algo mejor.
Dicho caso es el de la cinta Black
Panther, dirigida por Ryan Coogler (Fruitvale Station, 2013), cinta que se
propone mostrarnos el desarrollo individual del superhéroe.
La película nos revela
la historia de T´Challa (Chadwick Boseman), quien hereda el trono de la nación
africana (y ficticia) de Wakanda, un lugar secreto con tecnología superior a la
del resto del planeta. Para su ascenso al trono deberá cumplir con una serie de
rituales para liderar a dicha nación. Todo esto se verá en riesgo cuando unos
traficantes se hagan con tecnología de dicha nación, poniendo en riesgo la
integridad del pueblo.
El punto más relevante
de Black Panther sin duda sea que a
diferencia del resto de las películas de Marvel, las motivaciones de sus
personajes son explícitamente definidas por sus acciones. Esto no es obra de la
casualidad, ya que el guión bebe claramente de las bases dramatúrgicas de
William Shakespeare, específicamente de Hamlet
y Macbeth. Por ello no es sorpresa
que muchos hayan encontrado similitud entre esta cinta y El Rey León (1994). Tanto las motivaciones del héroe T´Challa y las
de su villano, Erik Killmonger (Michael B. Jordan) son claro reflejo de la
venganza de Hamlet como motor para cumplir con la encomienda que su padre le ha
legado. ¿Qué significa esto? Qué los conflictos y motivaciones hacen a los
personajes, los convierte en humanos y a su vez, nos permite empatizar con
ellos. Esto más que ser una genialidad, es más bien un principio universal a la
hora de desarrollar a un personaje. Esto no demerita el trabajo dramático de la
cinta. Al contrario, es gracias a ello que la cinta sobresale de lo que la
mayoría del Marvel Cinematic Universe ha venido a ofrecer a lo largo de 10
años.
De manera atinada, la
mirada y estilo del director Ryan Coogler se hacen visibles (a pesar de que el
estilo Marvel sigue presente). Este parece ser el camino que el estudio
abordará para poder seguir vigente dado a su ya desgastada formula.
Hay muchas cosas más
que podríamos decir de esta cinta tales como su banda sonora, misma que fusiona
música africana y hip-hop, y que bien podríamos debatir como apropiamiento
cultural o dignificación de estas manifestaciones musicales. También podríamos
hablar de su claro posicionamiento político anti-Trump (mostrando una cultura
afro-americana desplazada y marginada, así como su discurso post-créditos a
favor de construir “puentes y no barreras”) y también pro-neoliberal (al sugerir que las
naciones deben compartir sus bienes naturales al planeta entero). Todo eso es
parte del discurso político que Marvel siempre muestra en sus cintas de manera
no central, pero si directa.
Es importante decir
que Black Panther es una película que
bien nos mantendrá entretenidos como buen blockbuster hollywoodense, pero que aún
con sus atributos, tampoco significa una obra que pretenda ser otra cosa (y
esto no es necesariamente malo). La película sobresale de la mayoría del MCU por
darnos lo que deberíamos exigirle como mínimo a todas las cintas del género: un
guión bien escrito.
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