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Reseña: La Forma del Agua (The Shape of Water)
Dirección: Guillermo Del Toro
Dirección: Guillermo Del Toro
Género: Fantasía/Romance
Clasificación: B-15
Clasificación: B-15
Duración: 123 min
País: Estados Unidos
Por Cristhian Ponce
Como
gotas de lluvia que caen por la ventana con súbita y torrencial melancolía, suspendidas
a la merced del cristal al que se incrustan con esa belleza iracunda y
desmedida. Con tal paciencia y anhelo esperamos la llegada del amor. Y como
efecto de una fuerza natural, su arribo suele ser tan magnifico, incomprensible.
Guillermo Del Toro sabe todo lo anterior sobremanera, y deja plasmado en su más
reciente película un alegato magnifico acerca de lo que la palabra amor implica
no solo para su mundo de fantasía, sino también para múltiples contextos,
connotaciones tan complejas para el imaginario o la realidad.
En
La Forma del Agua, el también
director de las cintas El Laberinto del
Fauno (2006) y La Invención de Cronos
(1993), nos narra la historia de Elisa Esposito (una estupenda Sally
Hawkins), una empleada de limpieza, muda, quien conoce por accidente a una
creatura acuática que se encuentra cautiva en el laboratorio gubernamental en
el que ella trabaja. Todo esto ocurrido en el año 1962, en pleno contexto de la
Guerra Fría entre Rusia y Estados Unidos.
A
través de su planteamiento inicial, la cinta nos va mostrando a una serie de
personajes de lo más diversos. Los matices con los que están construidos nos llevan
a entablar lazos afectivos que la protagonista fortalece a través de su
recorrido. El discurso construido a través de la imagen de este ser fantástico nos
lleva a una reflexión acerca de la aceptación de los otros, a ver a los demás
con una mirada alejada de prejuicio y desprecio. Eso nos lleva a plantearnos (o replantearnos) la
manera en como vemos las discapacidades, así como la diversidad sexual, racial
e ideológica como factores que no debiesen ser impedimento para vernos como lo
que somos: seres humanos.
La
película maneja de manera meticulosa sus subtextos, por lo que se leen de
manera amena y simultánea a su trama principal. Para muestra solo queda
observar de fondo a una sociedad que disfruta de los últimos momentos de la
época dorada de Hollywood, misma que planteaba a través de la música,
coreografías y escenografías enormes, a una sociedad alegre y deslumbrante, que
disfrutaba de la vida y el amor de una manera mágica, pero que se contrapone a
lo que ellos viven fuera de la pantalla. Si en Cantando Bajo La Lluvia (Stanley Donen, 1952), sus personajes bailaban
alegres para contrarrestar y olvidar la tristeza, en La Forma del Agua se disponen a atravesar por la lluvia y todos los
sentimientos que emanen de sus torrenciales gotas. Esto nos lleva a ver como
los personajes de la cinta permanecen atentos a lo que observan ya sea en
televisión o el cine, como si desearan ver cumplidos sus anhelos ahí, justo
como nosotros vemos atentos la paleta de colores de tonos turquesa que se
muestra ante nosotros. Una reflexión sobre el significado de las imágenes en
movimiento para quienes las observan, a la vez de una crítica puntual y
respetuosa para nuestra era, misma donde el sueño americano pareciera formar ya
parte de la utopía y el delirio.
Este
es probablemente el ejercicio fílmico mejor logrado de Del Toro hasta ahora, y
esto lo consigue siendo fiel a su estilo, sin negar sus notorios referentes.
Una película que se aleja de la cursilería y artilugios sobrecogedores para
mostrar a la aceptación como la mayor
declaración de amor. Importante mencionar la música de Alexandre Desplat así
como su cuidada selección de temas de jazz ayuda a ensalzar dichos momentos,
sin olvidar las actuaciones de Michael Shannon, Octavia Spencer y la ya
mencionada Sally Hawkins. Como una poesía perdida en las profundidades del océano
que emerge para recordar algo que se creía mítico y legendario, La Forma del Agua nos recuerda algo que
nos atañe a todos por igual.
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